Trump: la intolerancia sin medida

Publicado 19 junio, 2018

Sus radicales decisiones desde que asumió la Presidencia, lo señalan como el “Loco de la Casa Blanca.” Agrede, ofende, denigra’¦pero sobre todo desprecia. Su pasión por aplastar a los más débiles parece no tener fin, y detrás de cada uno de sus absurdos caprichos, cientos de personas sufren dramáticas consecuencias.

Por: Alex D´ Negro.

Tijuana, Jun. 19 2018 (NDT).- ¿Qué atrocidad le queda por hacer a “Mí­ster Trump”? Su prepotencia rebasa los lí­mites imaginables, y su poder al parecer lo han trasladado a otra dimensión. Sus irracionales hechos así­ lo demuestran.

A solo 72 horas de su investidura como Presidente, retiró a Estados Unidos del Tratado Transpací­fico y desde entonces hasta la fecha, ha puesto entre la espada y la parde a otros históricos considerados como el que sirve de base a la OTAN, el pacto migratorio de la ONU, la Unesco y el acuerdo climático de Parí­s, alegando, en este último caso, que el calentamiento global no existí­a.

El “empresario presidente”, cree tener a Dios agarrados por  sus barbas, y lo mismo lanza papel higiénico a damnificados puertorriqueños, que quita literalmente de su camino al primer ministro de Montenegro, que apertura la embajada norteamericana en Jerusalén, qué coacciona a su esposa en público, que no saluda a la Merkel, y estrecha fuertemente la mano del mandatario japonés, que’¦en fin, la lista es larga.

El mandatario, que lógicamente ostenta una cifra récord de impopularidad a nivel mundial y local, lleva su a las redes sociales. Cada mañana en Twitter; se dejan ver posiblemente los 140 caracteres más seguidos y más alocados de esta plataforma virtual.

Cualquier cosa puede pasar, desde llamar Hombrecohete al lí­der de Corea del Norte, twittear: ‘Mi botón nuclear es mucho más grande y poderoso’, hasta calificar de agujeros de m’¦.. a  paí­ses como El Salvador, Haití­ y los paí­ses africanos. En más de una ocasión, sus más cercanos colaboradores afirman que tales desatinos se generan desde su cama, en pijama, sin el más mí­nimo de los asesoramientos.

Sin embargo, una de sus últimas barbaridades, ha lastimado a la comunidad internacional. La aplicación de la polí­tica de “tolerancia cero” del Gobierno estadounidense, que implica tratar como criminales a los indocumentados que entran al paí­s, ha conmovido al mundo.

“Se necesitan medidas estrictas para combatir la inmigración ilegal’¦Estados Unidos no será un campamento de migrantes ni un centro de refugiados. No durante mi presidencia’¦”

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Casi 2,000 niños fueron separados de sus familias durante un perí­odo de seis semanas entre abril y mayo, después que el secretario de Justicia Jeff Sessions anunció esta polí­tica que ordena que todos los arrestados por entrar al paí­s ilegalmente sean referidos a la fiscalí­a para que se les presenten cargos.

Los procedimientos anteriores contemplaban cargos limitados a integrantes de muchas familias, debido en parte a que las disposiciones prohí­ben detener a los menores con sus padres en virtud de que los niños no están acusados de delito alguno, a diferencia de sus padres.

El cambio de polí­tica tiene como propósito disuadir los cruces ilegales, y Sessions advirtió el mes pasado que los hijos de quienes ingresen ilegalmente a Estados Unidos ‘podrí­an pasar un tiempo en condiciones distintas’. Sin embargo nunca pudimos imaginar lo que verí­amos después.

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Las actuales zonas de detención han atraí­do gran atención luego que periodistas viralizaran imágenes del centro de detención en McAllen, Texas, donde cientos de menores inmigrantes estaban encerrados en jaulas construí­das con vallas metálicas. Una alojaba a 20 menores. Botellas de agua, bolsas de botanas y mantas térmicas estaban dispersas en el interior.

En el propio Capitolio americano, los republicanos se sumaron a los demócratas para exigir el fin de las separaciones. El representante republicano Fred Upton pidió el fin inmediato a esta ‘práctica horrible e inhumana’, y agregó que ‘nunca será aceptable utilizar a los niños como moneda de cambio en los procesos polí­ticos’.

¿Cómo terminará esta saga de locuras? ¿Hasta donde pensará llegar el magnate  estadounidense? ¿Hasta dónde el establishment o la divina providencia lo dejará hacer?

 

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