Bendita vocación de Mujer

Publicado 8 marzo, 2018

A veces pienso que realmente viniste al mundo solo a ofrecer. Que como la Bikina “a veces caminas solitaria, y que altanera, preciosa y orgullosa, no permites que nadie te venga a consolar…/”

 

Por: Alex D´ Negro.

Tijuana, Mar. 08 2018 (NDT).- A veces pienso que realmente viniste al mundo solo a ofrecer. Que como la Bikina “a veces caminas solitaria, y que altanera, preciosa y orgullosa, no permites que nadie te venga a consolar…/”

Te miro en cualquier espacio, te escucho aunque ya no estés, te hablo en cada situación difí­cil, cuando definitivamente no me queda otra que recurrir a tí­.

Pero también te sueño, te lloro, te bendigo, te canto…te ofendo y te defiendo con la extraña sensación de nunca poder satisfacerte, de no lograr congratularte por todo lo que mereces.

Atormentado me pregunto: ¿Cómo pagar tanto? La respuesta surge como firme sentencia: No hay cuantí­a. El amor de una madre, las lágrimas o sonrisas de una esposa, y el cálido abrazo de la amiga inseparable, no tienen precio.

Y comienzan los pesares y reproches, y hasta tarareo aquella canción: “Usted es la culpable, de todas mis angustias, de todos mis quebrantos…” Y por momentos te justifico (o al menos lo intento) y en mi soberbia alfa-machista, te insulto una y otra vez, sin medir consecuencias, sin importarme demasiado que vengo de tí­, y a tí­ me debo.

Cuando todo pasa, el peso de la culpa cae como una cruz a mis espaldas, lamento profundamente tanta torpeza, pero tu mirada me hace cómplice una vez más, tu compañí­a enorgullece a mi soledad, entonces me vuelvo a enamorar, y me prometo una y mil veces que no voy a perderte, que voy a luchar por tí­.

Y te pienso, te venero como a la Virgen de Guadalupe, y a la vez me da coraje verte tan joven vendiendo tu alma al diablo…tu cuerpo, a ¿quién sabe?

Y regresan las preguntas: ¿Cómo le haces para atender a los niños, trabajar en la fábrica, mantener la casa, resistir la golpiza de ese bribón que no te deja en paz, y estar siempre tan bella…? ¿Cómo puedes soportar, perdonar, olvidar y luego volver a ofrecer tanto cariño…?

Bendita vocación de entrega, esa que cumples a cabalidad. Un dí­a nunca será suficiente para agasajarte.

A veces pienso que realmente viniste al mundo solo a ofrecer. Que como la Bikina a veces caminas solitaria, y que altanera, preciosa y orgullosa, no permites que nadie te venga a consolar…/”

 

 

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