El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ratificó que el Códice Maya -antes llamado Grolier- es auténtico y ‘se ostenta como el manuscrito prehispánico legible más antiguo del continente americano’. Según estudios, se ha definido que tiene una antigí¼edad calculada por radiocarbono, entre los años 1021 y 1154 de nuestra era.
‘De acuerdo con estudios, se ha definido que el códice es prehispánico y tiene una antigí¼edad calculada por radiocarbono entre los años 1021 y 1154 de nuestra era (periodo Posclásico Temprano), a la vez que debió tener una vida útil de aproximadamente 104 años’, informó el INAH a través de un comunicado.
Al encabezar una rueda de prensa previa al inicio del simposio ‘˜El Códice Maya de México, antes Grolier, el antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, informó que la investigación estuvo encabezada por José Antonio Ortiz Lanz Baltazar.
Y coordinada por Brito Guadarrama y Sofía Martínez del Campo, de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) y la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del Instituto, respectivamente. Ambos conformaron un equipo multidisciplinario integrado por historiadores, arqueólogos, antropólogos físicos, conservadores, arqueobotánicos, biólogos, epigrafistas, físicos, geólogos y entomólogos forenses.
El proyecto convocó a expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en Querétaro y la Universidad de Colorado en Boulder, para examinar el texto cuya autenticidad se ponía en duda.
Ello por dos cuestiones principales: que se obtuvo a partir de un saqueo, por lo que no existen registros arqueológicos de su contexto original; y que su estilo difiere del de otros códices mayas conocidos y probados auténticos.
Dicho documento fue hallado por saqueadores dentro de una cueva, en 1964, y adquirido por el coleccionista Josué Sáenz. En 1971 se presentó en la exposición Ancient Maya Calligraphy, en el Club Grolier de Nueva York, de donde tomó su primer nombre. El Códice fue devuelto a las autoridades mexicanas en 1974.
Martínez del Campo expuso que se hizo un registro fotográfico detallado, además de que se practicaron exámenes de datación, materiales, entomología, iconografía, microscopía electrónica, caracterización químico-mineralógica, morfometría, cronología, estilo y simbolismo, entre otros, ‘privilegiando en todo momento la conservación’.
‘Guardábamos cierto escepticismo con respecto a su autenticidad, pero en el momento que el personal del laboratorio de conservación de la bóveda y del museo retiraron los acrílicos y comenzamos a involucrarnos con el manuscrito, crecía en nosotros el asombro. Realmente fue una experiencia estar ante el manuscrito legible más antiguo de América’, señaló Martínez del Campo.
‘Aporta una nueva lectura del contenido iconográfico ritual, fechas en las que se pudo haber utilizado el documento, y confirma que el estilo del códice es original, no apócrifo. Es un manuscrito único de su época, que establece un precedente para el estudio del Posclásico temprano, que ha sido poco estudiado hasta nuestros días’, abundó la investigadora.
Los 10 pliegos del códice -que miden, en promedio, 12.5 centímetros de largo y se teoriza debieron pertenecer a un conjunto de por lo menos 20 pliegos- tienen como soporte tres capas de corteza de papel amate, con la presencia de colores como el negro, el rojo, el azul maya y pigmentos basados en grana cochinilla, además de restos de gotas de una resina de chapopote con la que se rociaba a los objetos de carácter ritual.
Fuente: Zeta Tijuana